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martes, 29 de diciembre de 2015

Tengo una distonía oromandibular muy limitante.

La distonía oromandibular afecta a la masticación, la deglución y al habla.
Cuando tuve los primeros síntomas, fueron tan leves que no les di mucha importancia. Me cansaba masticar cosas duras o hacerlo prolongadamente, como mascar chicle. 
Unos años después tuve que prescindir de hacerlo.  Dejé de comer chuletas, manzanas, bocadillos, ensalada de lechuga,  y continué con otras comidas.







 La pasta fue la siguiente prohibición, junto con otros alimentos blandos pero de textura suave, que necesitaban de la lengua para desplazarse por la boca y se escurrían.
Durante treinta años, a pesar de las infiltraciones de toxina Botulínica (aunque no hubiera podido comer sin ellas) Mi comida se vio tan restringida, que empezó a convertirse en una pesadilla. Limitada primero a verduras, pescado, carne picada y fruta troceada, colocando todo en un punto fijo, generalmente en una muela, que machacaba mejor que sus compañeras, no por estar en mal estado las otras, sino por estar más apartada de los músculos maseteros, que se contraían y cuyos espasmos aunque invisibles desde fuera, actuaban de tal forma, que llegaron a arrancarme un diente hasta tragármelo.
Al final me vi obligada a seguir una dieta de purés, donde solo se salvaban la bechamel, el pescado y aquello que podía masticar con la lengua, apretando contra el paladar…  La fruta tuvo que ser reemplazada por los zumos.
La estructura del paladar y la arcada de los dientes variaron  con los años, estrechándose el primero, y descolocándose los otros, que a pesar de todo están bastante sanos.
La lengua y los carrillos también han sufrido mordeduras, con sangre o sin ella y hematomas en ambos casos. La lengua se enrosca involuntariamente.
De la deglución puedo decir que el agua y el caldo, muchas veces me provocan tos al tragar mal, que tengo que tener cuidado con los bolos grandes, las espinas del pescado, pues aunque las detecte, mi lengua no las puede recoger y se van directas por la garganta.
Mis encías también han sufrido los desgarros de la distonía y a veces sangran.
Por último, aparece, o mejor dicho, no aparece la figura del dentista, que no puede trabajar sino utiliza anestesia general, porque no puedo tener la boca abierta más de unos segundos, y esto requiere de la presencia de un anestesista, que solo trabaja en clínicas, y cuyo coste si se encuentra, es muy, muy elevado. No está cubierto por la Seguridad Social.



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